miércoles, 19 de noviembre de 2014

Escenas de la vida cotidiana.

El baño y el jabón.

Cada vez le gusta más. Le encanta ir a bañarse, sonríe como loco cuando le pregunto "vamos al agua?". 
Se queda parado al borde de la bañera mientras se llena de agua. Revolea los shampuses al agua y grita cuando ve moverse al pato. 
Cuando llega el jabón lo único que quiere es metérselo en la boca. Dientes marcados en una punta y en la otra,  tremendos pedazos de jabón le tuve que sacar de la boca. Lo saborea, pero asco no le da. 
Estuvo intentando otro tipo de juego. Lo agarra y lo quiere meter en alguno de los tarritos con los que juega. Obviamente se le escapa. Se enoja. Se lo alcanzo y no lo puede agarrar, esas manitos redonditas lo buscan en el agua y cuando los deditos lo tocan el jabón se escapa de nuevo. 
Se me ocurrió ponerle dos tapitas de plástico. De esa manera no sólo tiene cómo agarrarlo sino que además, flota. 
Bueno, le agarra sueño, suelta el jabón y se refriega el ojo, o sea, se llena el ojo de jabón. 
Mi primera reacción es tirarle agua a la cara (ya se, no fue la mejor reacción). Llora como loco. Ahora no sé si es porque le arde el ojo o porque le tiré agua en la jeta. 
La escena se repite dos veces más. Igual, igualita. Nop, mi reacción no mejoró.


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