Vacaciones.

Decidimos playa. Muy convencidos. No nos copa, a ninguno de los dos, pero fue lo que elegimos para las primeras vacas de #ebm.

Me daba un poco de cagazo el viaje, nos fuimos en esas combis de puerta a puerta. San Clemente, ida 7 horas, vuelta  5 horas. 300 y poquito de kilómetros. Durmió un tanto, miró el paisaje, comió, jugó, charló. Lloró un tanto, pero zafamos. 

Le hice unos entretenedores que fueron más bien un fiasco, peeeero unos minutos nos dieron. 

Ya sabíamos que le fascinaba la arena, ya sabíamos que le encantaba el agua, no nos podía ir mal. 

No nos fue mal. La pasamos súper.
#ebm disfrutó desde el primer momento. Nosotros, viéndolo a él, también.

Llegábamos bien temprano, volvíamos a casa para almorzar y volvíamos a la playa tipo 3 de la tarde. 

#ebm hacía sus dos siestitas en la playa.

Probó churros, caracoles, choclo de playa, arena, berlinesas. 

Volvió bronceado. Se subió a los jueguitos, en cuanto poníamos una ficha y el aparato empezaba a moverse, él pedía bajarse.

Inventó su propio juego en el mar. Agarraba un caracol, lo tiraba y esperaba que el mar lo trajera al grito de "Ta?!?", dando vuelta la manito, con su palmita para arriba. 

Nos quedamos con gusto a poco. Una semana. Pero bien disfrutada.